sábado, 22 de julio de 2023

Zapatero: entre el infinito y el asombroso planeta Tierra




El lunes, en San Sebastián, José Luis Rodríguez Zapatero decidió entrar en liza electoral en favor de su partido. Subió al estrado, se puso ante el micrófono y tomó la palabra; aunque mejor sería decir, visto lo visto, que fue el verbo quien lo tomó a él en volandas y lo llevó a visitar dimensiones paralelas en las que el espíritu, libre de ataduras y quimeras, se entretiene cuadrando mandalas. O sea, que sufrió un ataque agudo de trascendencia por culpa del cual su discurso transitó, sin asomo de lógica, entre la infinitud del infinito y la insoportable levedad de un ser humano infinitesimal que pone en riesgo el asombroso planeta que habita. Todo ello, antes de finalizar su intervención con un epílogo de tono marcadamente lírico en el que se gustó a placer. “Somos el único sitio del Universo, del Todo, si es que podemos concebir el todo, donde se puede leer un libro y se puede amar", dijo sin embarazo.

Zapatero dejó a la audiencia alucinada, o perpleja que dirían los clásicos. Más de uno debió preguntarse si asistía a un acto del PSOE o a una ceremonia andina en honor de la Pachamama. Yo desconozco si el discurso de Zapatero habrá movilizado algún voto en favor del PSOE. Pudiera ser que sí; hay gente que se flipa con las salmodias místico-clorofílicas. También, pudiera ser que no. En cualquier caso, con independencia de la dudosa utilidad de su intervención de cara a nutrir las urnas con papeletas a favor de los suyos, debo confesar, a título personal, que el galimatías econaturoplanetario del expresidente me produjo una sincera simpatía, porque, siendo yo un mindundi del común, propenso a curar el hartazgo de no ser nadie con sublimaciones que se van de madre, tuve por un momento la satisfacción de comprobar que también todo un expresidente del gobierno puede desbarrar en público cuando deja que su alma levante el vuelo para cantar las maravillas de nuestro planeta azul. Sólo le faltó entonar algunos versos del Cántico delle creature.

                            Laudato si', mi' Signore,
                            per sora nostra matre Terra,
                            la quale ne sustenta e governa,
                            e produce diversi frutti con coloriti fiori et herba.

Pero olvidó hacerlo; o no quiso. Lástima. En cualquier caso, puedo perdonarle que dejara fuera de su discurso las palabras del santo de Asís, aunque me cueste un pellizquito en el corazón, porque, a cambio, nos regaló -muy a su pesar, imagino- una chifladura simpática con la que aliviar las tensiones de esta campaña electoral que sufrimos a duras penas bajo la calorina de julio. La intervención estelar del lunes en Donostia de José Luis Rodríguez Zapatero fue tan disparatada y divertida, dicho sea con todos los respetos, que merece pasar sin objeciones a los anales del anecdotario político para gusto y regusto de las generaciones futuras. Y Lo digo sin acritud, que conste.

viernes, 14 de julio de 2023

Voluntad de censura pegada al dorso



Dijo Abascal el sábado pasado que, donde su partido tenga competencias en materia de cultura, hará lo que le parezca. Toda una declaración de intenciones. Malas intenciones. Sobre todo, si tenemos en cuenta un detalle: esa primera manifestación se cerraba aclarando que su programa cultural pasaba “por respetar las preferencias y los gustos de los españoles”. Leído lo cual, a quien suscribe le surge una duda: ¿qué españoles son esos de los que habla el líder de VOX? Porque, digo yo, españoles somos unos cuantos, y, cada hijo de vecino, tendrá sus gustos y preferencias particulares. Habrá españoles, incluso, que se sientan atraídos, un suponer, por la obra de la escritora británica Virginia Woolf. Y están en su derecho de entregarse a tal afición, por mucho que a la bancada de VOX la vena feminista y heterodoxa de la autora británica no le haga ni pizca de gracia.

Pero VOX lo tiene claro: dónde tenga competencias en materia de cultura, impondrá su parecer. Y me barrunto que el anuncio viene con voluntad de censura pegada al dorso. No invento nada. Abascal se estiró en sus declaraciones dejando pistas de por dónde van los tiros. Refiriéndose a los partidos y militancia de izquierda, advirtió: “no hemos venido ni a asumir sus discursos culturales ni a pagar sus fiestas”, lo cual, traducido al cristiano, quiere decir que excluye a tales sectores de esa españolidad cuyos gustos y preferencias había afirmado poner por delante en la previa. Al hilo de semejante anuncio, y por buscarle tres pies al gato, me surge otra pregunta chinchosa: ¿acaso el señor Abascal considera españoles sólo a quienes comparten su ideario político? Eso es lo que cabe deducir de sus palabras sin necesidad de entrar en finuras dialécticas. Mal asunto. Y, lo peor, es que llueve sobre mojado.

Volviendo a las declaraciones, no sabemos muy bien si con tales bravuconadas el señor Abascal pretendía meter el miedo en el cuerpo a la marinería de babor o, simplemente, tirarse en público el rollo de valentón para que lo jaleasen los suyos un ratito. En cualquier caso, ya que se anima a montar bulla con esa copla, el líder de VOX debería explicar, explicarnos a todos, cuáles son las manifestaciones culturales que, según su muy particular y excluyente interpretación de los colores del alma nacional, merecen el aplauso de la grada rojigualda. Más que nada por evitar suspicacias, confusiones y malentendidos. Me interesa mucho el detalle de la cuestión y conocer la lista de los proscritos que no caben en esa parodia de Parnaso, sembrada de fobias y hormonas, que nos propone como el sumun. Mucho me temo que van a ser legión. En cualquier caso, los hechos consumados ya nos han adelantado el nombre de la primera damnificada: Virginia Woolf.