Paracuellos de Jarama es un
municipio madrileño, del que todos hemos oído hablar, que vigila desde un
altozano el tráfico aéreo de Barajas. Le debe su fama, maldita fama, a que
durante la Guerra Civil se organizó en su término municipal un matadero sin licencia.
La semana pasada, en Vallecas, durante un acto organizado por VOX en una plaza
del barrio, algunos simpatizantes de grupos contrarios a la formación ultra
desfogaron el nervio gritando: “¡a por ellos, como en Paracuellos!”. Lo decían,
claro, en referencia a los líderes y simpatizantes de VOX. O sea, que el
personal que se dio cita en el lugar para montar un pollo “antifascista” se
declaraba partidario, si no entendí mal, de repartir matariles a porrillo
sobre sus contrincantes políticos. Lo flipo.
Yo no soy de mítines ni de
manifestaciones; mucho menos de contramanifestaciones, que son las hermanas
broncas de las primeras. Una cuestión de carácter, supongo. Pero, si alguna vez
me da un flash y me dejo caer por algún cotarro del género, que nadie me venga
con salvajadas porque me abro de la movida ipso facto. Lo tengo claro. Pero no
todo el mundo es de mi parecer. A otros, les mola el follón y la camorra. Me
refiero, visto lo visto en Vallecas, a esa izquierda extremosa y rayada que
recurre al adoquín cuando los votos no le dan para sacar pecho y que entiende
la lucha por la libertad como una especie de caza al fascista. Caza literal; en
plan “La jauría humana” de Arthur Penn, con ensañamiento incluido. Lo difícil
del caso, sería tratar de dilucidar qué entienden los miembros de esa peña por
“fascista” –la mayor parte de ellos no ha visto uno ni de lejos–, o si el
insulto tiene algún fundamento más allá del delirio histérico. Lo fácil, por el
contrario, es comprobar la querencia que tienen por la violencia criminal como
herramienta de lucha política y el empeño que ponen sus integrantes para lucir
de borrocas a la mínima. Una cosa está clara; esta gente no le tiene cogido el
punto a la democracia; le queda grande…muy grande.
Todo lo anterior me sirve de
preámbulo para defender que VOX, lo mismito que el resto de fuerzas políticas,
tiene derecho a montarse un mitin donde se le ponga –Vallecas, Villaconejos,
Cubas de la Sagra o Mataelpino–, y a defender su programa, que es un rollo muy
rancio, sin que nadie vaya a descalabrar por eso a ninguno de los suyos. La
democracia tiene inconvenientes; uno de ellos es que hay que respetar a los
adversarios políticos por mucho que nos toquen la moral. Pero esa lección no
cuaja entre ciertos paisanos que prefieren, a la hora de la verdad, dejarse
guiar por un pepito grillo revirado que les incita a sacar el cafre que llevan
dentro. Lo vimos el otro día en Vallecas. Un espectáculo poco edificante. Dos
rombos. Yo creo que los tipos malencarados que fueron a reventar el acto de VOX
deberían, antes de intentar la siguiente, darse una calmatina y curarse el
malaje a base de yoga en un chill out. Es un buen consejo. Mejor eso que andar
por el mundo tocando a degüello. Sale a cuenta. Palabra. Gana uno en
tranquilidad y en karma. Lo mismo hasta hace nuevos amigos en las antípodas.