jueves, 26 de octubre de 2023

Vita da spensierato

 

Yo desconecto. Tenemos un mes por delante que va a ser un horror. He puesto el despertador para el 27 de noviembre. Mientras tanto, a seguir el ejemplo del oso pardo: breve período de hibernación, aunque estemos fuera de época. Pero, ahora que lo pienso, mejor me olvido de esa ocurrencia, que lo de los plantígrados te resta días de vida a lo tonto y resulta aburridísimo. Recurro al plan B; o sea, el de darse a la vida alegre. “Marcha, marcha”, que decía el entrañable y efervescente Julien, rey de los lémures en la película “Madagascar”.

Lo dicho, que desconecto y me abono al carpe diem. De entrada, necesito un relax para ir abriendo boca. Me noto tenso. Hay un sitio en Madrid, donde la gente se relaja lanzando hachas –franciscas o similares- contra una diana puesta a diez metros. Juro que es cierto. No es mal plan, sobre todo si tenemos en cuenta que ese ejercicio nos permite, además de liberar adrenalina por un tubo, aprender el oficio de bárbaro; lo que podría resultar de utilidad el día de mañana en caso de tener que ocupar la vida asaltando monasterios en Northumbria. Ahí lo dejo. Luego, una vez relajado, me gustaría inaugurar mi nuevo estilo de vida embolingándome en cualquier antro con un par de ginebras de garrafón, o dándome a la fiesta y al noctambuleo errático entre locales de moda y tugurios de mala muerte, o escogiendo algo más fino a gusto del tercio lunar de mi espíritu, como cursar visita a cualquier museo o entrar de puntillas en una sala de cine. Por cierto, hablando del séptimo arte, han estrenado película Woody Allen y Martin Scorsese (por ese orden), Ridley Scott está al caer con su “Napoleón” y Coppola (padre) nos promete “Metrópolis” para más adelante. Sólo falta Eastwood para redondear el geriátrico. Un quinteto de ancianos venerables que sigue haciendo cine a pesar de la edad. Eso sí que me pone.

Insisto, antes del 27 de noviembre, vita da spensierato. Y advierto: que nadie venga a importunar mis desahogos con noticias de la crónica parlamentaria. La advertencia va en serio. Háblenme de lo que quieran: arte, moda, urbanismo, alza de precios, cotilleos, geografía polar o austral, etología, marranadas.... Propónganme desafíos, aventuras o locuras, mándenme a paseo si lo prefieren, pero, por favor, el rollo de la política me lo dejan a un lado hasta que se acabe el vodevil de la investidura. No tengo cuerpo para esa jota. Menudo tostón. Cuando finalmente proponente y demás tropa tengan todo firmado y rubricado, que me avisen del resultado enviándome un mapa de cómo queda el país y una brújula para orientarme. Yo, mientras tanto, a buscarme distracciones con las que darme un gustazo.

domingo, 24 de septiembre de 2023

Acuerdos y desacuerdos tras la resaca electoral


El resultado de las elecciones ha dejado un panorama incierto. El PP ha ganado las elecciones con una victoria pírrica que no le consiente gobernar en solitario mientras que el PSOE, que soñaba con una remontada de última hora para llegar a la Moncloa, se encontró con que las urnas le otorgaron a la postre el papel de segundón. Ante ese panorama, con un vencedor justito al que no le llegan los votos para gobernar en solitario, y un PSOE que se encuentra dieciséis golpes bajo par, Pedro Sánchez podría haber aprovechado sus ciento veintidós escaños para hacerlos cotizar al alza en una negociación que, a cambio de posibilitar la investidura del candidato popular, introdujese en el programa político del futuro gobierno materias sensibles al alma socialdemócrata de sus votantes. Las virtudes de tal acuerdo serían evidentes: encontraría, con toda probabilidad, el respaldo de una muy amplia mayoría social y otorgaría estabilidad al futuro gobierno.

Esa podría haber sido una solución airosa y sensata a la aritmética electoral que nos han dejado las urnas. La alternativa, por contra, deja ver un camino que se adentra en terrenos difíciles y escabrosos en los que fallar un paso supondría poner al país en riesgo de fractura. Sin embargo, a Pedro Sánchez no le ha faltado ánimo para hacer valer una decisión personalísima y arriesgada que apuesta por la ruta más difícil: aquella de rechazar cualquier acuerdo con el PP para buscar apoyos a su propia candidatura. Desde luego, no se ha encomendado a la prudencia a la hora de cruzar su particular Rubicón a lomos de un “no es no” con el que espera ganarle la mano a su adversario. A fin de justificar tal decisión, viene deslizando la especie de que, con esta derecha carpetovetónica, tan cerrada en lo suyo, no se puede negociar ni la hora de patio. Lo curioso del caso es que, mientras exhibe una intransigencia reventona con su principal oponente alegando lo expuesto, no deja de pretender los votos de un partido tan de derechas como el PNV -que ya le ofreció su apoyo durante la recién vencida legislatura- o en exhibir sintonía en Europa, por ejemplo, con una política de raza como Giorgia Meloni, la cual, aparte de primera ministra italiana, es la máxima dirigente de un partido –Fratelli d’Italia- que tiene en su ADN trazas genéticas del fascismo de pura cepa. Dan qué pensar esas confianzas.

Teniendo en cuenta lo anterior, parece que, en este caso, la hostilidad de Pedro Sánchez hacia el PP no se debe principalmente a la imposibilidad de alcanzar un acuerdo –siquiera de mínimos- con esa fuerza política por razones ideológicas o programáticas, sino más bien a su interés personal por explorar soluciones que faciliten su propia investidura tras el previsible fracaso de la ronda de Santiago Feijoo. Echando números, la cosa, suma que te suma, después de buscar y rebuscar votos hasta debajo de las piedras, le sale por la mínima siempre y cuando logre contar con el apoyo unánime de una ristra de fuerzas políticas más larga que la lista de los reyes godos. Algunas de estas fuerzas, especialmente Junts per Catalunya, tienen un interés común declarado por finiquitar el Estado en su forma hodierna y no van a dejar pasar la oportunidad de exigir un precio muy alto a cambio de su apoyo. En el buzón de entrada de Ferraz ya figuran tanto la satisfacción de demandas que, hasta anteayer, según el propio Sánchez, no tenían encaje en el marco constitucional –la famosa amnistía- como la adopción, en un sentido favorable a los intereses de los demandantes, de soluciones valientes –supongo que también “imaginativas”- para redefinir el sujeto de soberanía al cual le incumbe decidir el destino de aquellas comunidades autónomas adjetivadas como “históricas” en nuestro ordenamiento jurídico. La deriva pactista de alto voltaje en la que se ha embarcado Sánchez, y en la que insiste a despecho de la opinión contraria de esa disidencia en la que milita una parte importante del socialismo histórico, podría interpretarse como un ejercicio de ambición personal desmedida, el golpe de timón de un político de moral líquida dispuesto a cualquier arreglo con tal de regalarse unas cuantas jornadas de gloria.

En cualquier caso, en pocos días se comenzarán a disipar las dudas sobre este asunto, dejándonos ver si, tras fallar la investidura del candidato propuesto por el monarca en primera instancia, Pedro Sánchez se muestra capaz de cuadrar el círculo de la suya. Pero, tal vez, la incógnita principal a despejar sea si la mayor parte de la ciudadanía española tomará como asumible el coste, todavía por detallar, de los pactos que suscriba el líder socialista con sus futuros socios. Difícil cuestión. Tal vez por eso, los pronósticos, incluso los más favorables, anuncian tiempos revueltos. Normal. Al fin y al cabo, vivimos una época de borrascas otoñales.

sábado, 22 de julio de 2023

Zapatero: entre el infinito y el asombroso planeta Tierra




El lunes, en San Sebastián, José Luis Rodríguez Zapatero decidió entrar en liza electoral en favor de su partido. Subió al estrado, se puso ante el micrófono y tomó la palabra; aunque mejor sería decir, visto lo visto, que fue el verbo quien lo tomó a él en volandas y lo llevó a visitar dimensiones paralelas en las que el espíritu, libre de ataduras y quimeras, se entretiene cuadrando mandalas. O sea, que sufrió un ataque agudo de trascendencia por culpa del cual su discurso transitó, sin asomo de lógica, entre la infinitud del infinito y la insoportable levedad de un ser humano infinitesimal que pone en riesgo el asombroso planeta que habita. Todo ello, antes de finalizar su intervención con un epílogo de tono marcadamente lírico en el que se gustó a placer. “Somos el único sitio del Universo, del Todo, si es que podemos concebir el todo, donde se puede leer un libro y se puede amar", dijo sin embarazo.

Zapatero dejó a la audiencia alucinada, o perpleja que dirían los clásicos. Más de uno debió preguntarse si asistía a un acto del PSOE o a una ceremonia andina en honor de la Pachamama. Yo desconozco si el discurso de Zapatero habrá movilizado algún voto en favor del PSOE. Pudiera ser que sí; hay gente que se flipa con las salmodias místico-clorofílicas. También, pudiera ser que no. En cualquier caso, con independencia de la dudosa utilidad de su intervención de cara a nutrir las urnas con papeletas a favor de los suyos, debo confesar, a título personal, que el galimatías econaturoplanetario del expresidente me produjo una sincera simpatía, porque, siendo yo un mindundi del común, propenso a curar el hartazgo de no ser nadie con sublimaciones que se van de madre, tuve por un momento la satisfacción de comprobar que también todo un expresidente del gobierno puede desbarrar en público cuando deja que su alma levante el vuelo para cantar las maravillas de nuestro planeta azul. Sólo le faltó entonar algunos versos del Cántico delle creature.

                            Laudato si', mi' Signore,
                            per sora nostra matre Terra,
                            la quale ne sustenta e governa,
                            e produce diversi frutti con coloriti fiori et herba.

Pero olvidó hacerlo; o no quiso. Lástima. En cualquier caso, puedo perdonarle que dejara fuera de su discurso las palabras del santo de Asís, aunque me cueste un pellizquito en el corazón, porque, a cambio, nos regaló -muy a su pesar, imagino- una chifladura simpática con la que aliviar las tensiones de esta campaña electoral que sufrimos a duras penas bajo la calorina de julio. La intervención estelar del lunes en Donostia de José Luis Rodríguez Zapatero fue tan disparatada y divertida, dicho sea con todos los respetos, que merece pasar sin objeciones a los anales del anecdotario político para gusto y regusto de las generaciones futuras. Y Lo digo sin acritud, que conste.

viernes, 14 de julio de 2023

Voluntad de censura pegada al dorso



Dijo Abascal el sábado pasado que, donde su partido tenga competencias en materia de cultura, hará lo que le parezca. Toda una declaración de intenciones. Malas intenciones. Sobre todo, si tenemos en cuenta un detalle: esa primera manifestación se cerraba aclarando que su programa cultural pasaba “por respetar las preferencias y los gustos de los españoles”. Leído lo cual, a quien suscribe le surge una duda: ¿qué españoles son esos de los que habla el líder de VOX? Porque, digo yo, españoles somos unos cuantos, y, cada hijo de vecino, tendrá sus gustos y preferencias particulares. Habrá españoles, incluso, que se sientan atraídos, un suponer, por la obra de la escritora británica Virginia Woolf. Y están en su derecho de entregarse a tal afición, por mucho que a la bancada de VOX la vena feminista y heterodoxa de la autora británica no le haga ni pizca de gracia.

Pero VOX lo tiene claro: dónde tenga competencias en materia de cultura, impondrá su parecer. Y me barrunto que el anuncio viene con voluntad de censura pegada al dorso. No invento nada. Abascal se estiró en sus declaraciones dejando pistas de por dónde van los tiros. Refiriéndose a los partidos y militancia de izquierda, advirtió: “no hemos venido ni a asumir sus discursos culturales ni a pagar sus fiestas”, lo cual, traducido al cristiano, quiere decir que excluye a tales sectores de esa españolidad cuyos gustos y preferencias había afirmado poner por delante en la previa. Al hilo de semejante anuncio, y por buscarle tres pies al gato, me surge otra pregunta chinchosa: ¿acaso el señor Abascal considera españoles sólo a quienes comparten su ideario político? Eso es lo que cabe deducir de sus palabras sin necesidad de entrar en finuras dialécticas. Mal asunto. Y, lo peor, es que llueve sobre mojado.

Volviendo a las declaraciones, no sabemos muy bien si con tales bravuconadas el señor Abascal pretendía meter el miedo en el cuerpo a la marinería de babor o, simplemente, tirarse en público el rollo de valentón para que lo jaleasen los suyos un ratito. En cualquier caso, ya que se anima a montar bulla con esa copla, el líder de VOX debería explicar, explicarnos a todos, cuáles son las manifestaciones culturales que, según su muy particular y excluyente interpretación de los colores del alma nacional, merecen el aplauso de la grada rojigualda. Más que nada por evitar suspicacias, confusiones y malentendidos. Me interesa mucho el detalle de la cuestión y conocer la lista de los proscritos que no caben en esa parodia de Parnaso, sembrada de fobias y hormonas, que nos propone como el sumun. Mucho me temo que van a ser legión. En cualquier caso, los hechos consumados ya nos han adelantado el nombre de la primera damnificada: Virginia Woolf.

domingo, 19 de febrero de 2023

Un carajal de Gobierno


El Gobierno de coalición ha derivado en un carajal que tiene a la mayor parte del paisanaje sin salir de su asombro. Los ministros se dividen en banderías entre el rojo y el morado, se tratan abiertamente como rivales y discrepan en público sobre asuntos de lo más variado sin cuidarse de que le están quitando el trabajo a la oposición, la cual, de seguir las cosas en los mismos o peores términos, se ve tomando plaza en la Moncloa en el arco de pocos meses.

El lío más sonado que enreda a los socios de legislatura es la ley del “solo sí es sí”. Por lo visto, el presidente, advirtiendo que la aplicación de la norma ha producido efectos indeseados y una alarma social que se traduce en fuga de votos, ha puesto pie en pared dando orden de corregir el texto. A Irene Montero le ha faltado tiempo para salir al quite. La ministra de Igualdad, secundada por el círculo prieto de sores que le da coba, ha manifestado su negativa a que se toque una sola coma del articulado; faltaría más. Pero el proceso de revisión ya está en marcha. Exigencias del guion electoral de Pedro Sánchez. Punto. Eso le deja a la ministra poco margen de maniobra. En realidad, le deja sólo dos opciones: o transige con la reforma -vaya papeleta- o cuaja su malestar presentando la dimisión. A lo segundo ya ha dicho nones, alegando que ella tiene la obligación de mantenerse en el cargo para seguir sosteniendo las causas del feminismo y del colectivo LGTBI. O sea, traducido al cristiano, que la lideresa morada piensa aceptar el trágala -está por ver si rebajado o no con uno spruzzo di soda- haciendo toda suerte de asquitos para evidenciar, eso sí, un malestar que, por otra parte, no le impide seguir disfrutando tan ricamente cada mes del líquido de su nómina. Está claro que lo cortés no quita lo valiente.

Menos relevante que el caso anterior, pero significativo del mal rollo que se traen los socios de legislatura y, sobre todo, mucho más divertido de cara a la galería, ha sido la irrupción en escena de Lilith Vestrynge, sublideresa de Podemos y Secretaria de Estado de Agenda 2030. A la segunda de Ione Belarra no le han gustado las modificaciones introducidas por el PSOE en la ley de Bienestar Animal y, para dejarlo claro, ha editado un video que muestra a Pedro Sánchez transmutándose en Santiago Abascal como castigo por ponerse de parte de “los que maltratan a sus perros”. Por si a alguien se le escapa el detalle, la comparación pretende ofender mazo, porque para la izquierda que milita en el extremo, y no tanto, Abascal es como un demonio rabilargo y cornialto que lleva el aguilucho de San Juan -marca de la Bestia- tatuado en el pompi. Lo peor, vaya. Yo no sé si a Pedro Sánchez, que tiene miras de pasar a la Historia como colmo y guinda del progresismo, verse metamorfoseado, vía Twitter, en la figura de un satanás postfranquista le habrá hecho maldita gracia. En cualquier caso, y por lo que se refiere a la Vestrynge, hay que ser muy corajuda, o una insensata de tomo y lomo, para tocarle la moral con pamplinas de ese calibre a un tipo tan soberbio como Sánchez, máxime cuando lo tienes de mandamás y le debes, en última instancia, tu flamante y bien remunerado puesto ministerial.

Viendo estos episodios, y otros cuantos del mismo tenor que me resisto a enumerar porque me vence la pereza -que, en mi caso, es una galbana que apunta lejos-, da la impresión de que este Gobierno se ha roto por las costuras. Para mí que, el día menos pensado, se le desparrama el mondongo a los pies, aunque ya se cuida el monstruo de tenérselo dentro poniéndole a la herida veinte grapas, mercromina a tutiplén y tres vueltas de celofán. Lo que sea con tal de seguir haciendo de tripas corazón hasta las próximas elecciones.

martes, 17 de enero de 2023

La salida de tono de Ángela Rodríguez, alias "Pam".


El otro día, miércoles por la noche, la Secretaria de Estado de Igualdad y Violencia de Género, Ángela Rodríguez, alias “Pam”, no tuvo su mejor momento. Participaba en un podcast titulado “Feminismo para todo el mundo”, que tiene, visto el título, pretensión ecuménica, cuando, en un momento dado, no encontró mejor ocurrencia que bromear sobre el número de beneficiados por la rebaja de penas que ha propiciado la aplicación de la ley del “sólo sí es sí”. El tono de la intervención, entre jocoso e irónico, fue más propio de una cháchara informal entre colegas, donde vale cualquier barbaridad regada con espumosos, que de una charla metida en razón. Para completar el cuadro, a reírle la gracia, dos asesoras del ministerio, que redondearon la faena con exclamaciones del mismo tenor.

El corte de la charla, aventado como siempre por rivales e indignados, corrió en las redes sociales y en los medios de comunicación como la pólvora. Ante el revuelo, la susodicha, aprovechó una entrevista en la TVG para pedirle a la audiencia que tuviese en cuenta el ámbito en el que había tenido lugar su intervención, diferenciando ente un foro serio y un podcast en el cual se abren espacios para el sarcasmo libres de los rigores de la etiqueta. O sea, que la polémica, en realidad, es fruto de que la gente carece de talento para hacer distingos. Mucho morro. Ella sabe, aunque lo oculte con sofismas poco trabajados, que una Secretaria de Estado –su caso- se viste de tal desde por la mañana, y lo hace de Prada a costa del común, lo cual implica que, a fin de justificar el gasto –nos sale la cosa a cojón de pato-, no puede soltar el lastre de la responsabilidad ni perder la compostura hasta que la rinda el sueño en su cama. A las malas, ni siquiera eso. Una dignidad tan campanuda, le recordaba Elena Valenciano, lo es veinticuatro horas al día o, dicho de modo más oficioso, tiene “dedicación exclusiva”. En virtud de esa circunstancia, la ley que regula el ejercicio de los altos cargos de la Administración General del Estado pone coto a cualquier actividad que pueda entrar en conflicto o menoscabar las obligaciones a la que están sujetos. En el caso de Ángela Rodríguez, no sé yo si ceder en público a desahogos irónicos que irritan o escandalizan a unas víctimas cuya tutela tiene encomendada cumple esa exigencia. Me da que no.

Sin embargo, hay que reconocer en honor a la verdad que, cuatro días después de montarse el follón, nuestra Excelentísima hizo un esfuerzo -obligada a regañadientes, sospecho, por la reprobación de cuatro ministras- para salir al ruedo mediático a simular una especie de disculpa pública. La cosa se quedó en media disculpa porque la soberbia, que se ha convertido en una de las señas de identidad del stablishgirl ministerial, obliga a vericuetos dialécticos que pasan de forma invariable por mentar la bicha -fascismo o extrema derecha- a fin descargar sobre sus lomos, a palos, los pecados y yerros propios. Sin embargo, por mucho énfasis que ponga en ese empeño, en lo que se menta aquí del podcast poco tiene que ver ni la extrema derecha, ni la derecha derechona, ni la derechita cobarde, ni la madre que parió a todas las derechas. En este caso, si tiramos de moviola para volver a la raíz de la polémica lo único que encontramos es una Secretaria de Estado que, dejándose llevar por un espíritu dicharachero, mide mal los terrenos de lo conveniente y mete la pata hasta el corvejón. Tutto qua, que diría un italiano.