El Gobierno de coalición ha derivado en un carajal que tiene a la mayor parte del paisanaje sin salir de su asombro. Los ministros se dividen en banderías entre el rojo y el morado, se tratan abiertamente como rivales y discrepan en público sobre asuntos de lo más variado sin cuidarse de que le están quitando el trabajo a la oposición, la cual, de seguir las cosas en los mismos o peores términos, se ve tomando plaza en la Moncloa en el arco de pocos meses.
Menos relevante que el caso anterior, pero significativo del mal rollo que se traen los socios de legislatura y, sobre todo, mucho más divertido de cara a la galería, ha sido la irrupción en escena de Lilith Vestrynge, sublideresa de Podemos y Secretaria de Estado de Agenda 2030. A la segunda de Ione Belarra no le han gustado las modificaciones introducidas por el PSOE en la ley de Bienestar Animal y, para dejarlo claro, ha editado un video que muestra a Pedro Sánchez transmutándose en Santiago Abascal como castigo por ponerse de parte de “los que maltratan a sus perros”. Por si a alguien se le escapa el detalle, la comparación pretende ofender mazo, porque para la izquierda que milita en el extremo, y no tanto, Abascal es como un demonio rabilargo y cornialto que lleva el aguilucho de San Juan -marca de la Bestia- tatuado en el pompi. Lo peor, vaya. Yo no sé si a Pedro Sánchez, que tiene miras de pasar a la Historia como colmo y guinda del progresismo, verse metamorfoseado, vía Twitter, en la figura de un satanás postfranquista le habrá hecho maldita gracia. En cualquier caso, y por lo que se refiere a la Vestrynge, hay que ser muy corajuda, o una insensata de tomo y lomo, para tocarle la moral con pamplinas de ese calibre a un tipo tan soberbio como Sánchez, máxime cuando lo tienes de mandamás y le debes, en última instancia, tu flamante y bien remunerado puesto ministerial.
Viendo estos episodios, y otros cuantos del mismo tenor que me resisto a enumerar porque me vence la pereza -que, en mi caso, es una galbana que apunta lejos-, da la impresión de que este Gobierno se ha roto por las costuras. Para mí que, el día menos pensado, se le desparrama el mondongo a los pies, aunque ya se cuida el monstruo de tenérselo dentro poniéndole a la herida veinte grapas, mercromina a tutiplén y tres vueltas de celofán. Lo que sea con tal de seguir haciendo de tripas corazón hasta las próximas elecciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario